Soy Cofrade

Decia mi padre
nunca fui hermano de la virgen
nunca desfile en sus procesiones
pero por eso, no dejo de quererla más.

No recibí esa carta
convocandome a la reunión,
no quieren que vaya
para no causar tensión.

Mi estado vital
me pide silecio
para qué hablar?

Dar la razón a los unos?
quitar la razón a los otros?
Cuando la devoción y la fe
se llevan tan dentro...

Perderan mi ilusión e ideas
perderan mi esfuerzo y trabajo
perderan las joyas de mi madre
la primera medalla que existe de su efigie.



Nadie es profeta en su tierra

Cada día, me levanto extrañado,
y le preguntó al silencio, por ellos,
su muda respuesta,
arranca un trocito más de mi alma.

Cada día, tiene sus ratos,
de recuerdos, en los que ríes y lloras.
Cada día, aumenta su ausencia,
mientras mi barco navega entre sombras.

ÁAQM

Este es el día de tu patrón, Marcelino.
El Cristo que es devoción de tus mayores, que consuela a todo el pueblo  de Torralba de Calatrava.
Hoy quiero imaginarte como Marcelino pan y vino, al igual que él, fuiste un niño travieso, inquieto, el cual conoció al Señor por medio del bello rostro del Cristo del Consuelo,  a buen seguro te harías buen amigo de él.

Un buen día sentiste que ese Cristo te hablaba: " quiero que seas viñador de mi Viña, que pastorees mi rebaño, que vayas en busca de la oveja pérdida".

Y así hiciste acudiendo al Seminario para que te enseñaran a cortar los sarmientos secos, abonad las vides, etc...
La vivencia cristiana que tuviste en tu hogar familiar, fue un ejemplo más para convencerte que El reino no era un teoría, sino que dándote y entregándote  podías hacer un mundo más justo, más humano, con la fuerza y ayuda del Señor.
Fuiste, desde siempre, un rebelde con causa, y la causa no era otra que Cristo y sus predilectos.
Años más tarde, en tierras lejanas, sentiste temblar el suelo y allí que marchaste para  ayudar a los que habían quedado sin nada.
Mientras tú madre preocupada, soñaba con tener un avión que la llevará a verte.

Cada vez que bromeas, que ríes con tu sonrisa abierta y sincera, veo en ti a Marcelino, humilde, picaruelo y bonachón.
Se bien, que cuando nadie te ve, te acercas a su ermita,l a del Señor de tu niñez, la del Cristo del Consuelo, y al igual que hacía Marcelino le llevas un trozo de pan , y el Cristo del Consuelo desclava su mano para recogerlo, mientras te dice: " Gracias, mi viñador, mi  amado hijo Amadeo"