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lunes, 30 de enero de 2012

Con el chupete en la boca, fuiste a besar sus manos

Con el chupete en la boca,
fuiste a besar sus manos,
y al acercarte, la virgen,
sonrió y miró hacia abajo.
Hacia su hijo pequeño
de sonrisa amplia, sonriente,
enseñando sus dientes.
Y el Chatillo, le hizo un guiño,
a su Madre,
Mama, que ya no uso chupete
que ya soy mayorcete.
Mientras, Maria de la Encarnación,
sonreia de nuevo
guardando estas cosas en su corazón.

Y Cristo apartará, de su túnica, los bordados.

Nos fuimos creando un mundo de falacias sin medida
nos creimos poseedores de la verdad
cuando la verdad misma dudaba de ser verdadera.

Y ante la duda, El es solamente certeza
y ante el dolor, sufrimiento de los otros Cristos


Ese mundo de las cofradias, que a pesar de todo
vive ciego ante la crisis,
con sus estrenos, procesos de restauración
engrandecimiento del patrimonio.
Mantos nuevos, ofensa para los parados
coronas de oro, escándalo de los deshauciados

Inmersos en el mundo cofrade,
sordos con tanto tambor y corneta
nos emocionabamos con pregones líricos
de sublimes palabras que cantaban a la primavera.
Ciegos, deslumbrados,
con un fondo de brocados


Ilusos nos creimos sus seguidores
haciendo salir de su boca,
nuestras necias palabras,
de nuestro mundo creado
ese mundo cómodo, a nuestro antojo,
donde no mancharnos las manos.

Sordos,ante el lamento,
ciegos, ante el sufrimiento.
Y llegado podra estar el dia, en que todo aquello por lo que luchamos
quede borrado por la ira, por el odio, que generamos.

En la semana santa venidera,
esa que sentimos ya cerca,
no hemos de emocionarnos
ante el discurrir de la cofradía
ante la fila de nazarenos,
mas bien habremos de hacerlo
ante las casas de los deshauciados.

Y Cristo, apartará los bordados
se quitará sus potencias
para una vez más arremangarse su túnica,
y lavar los pies de los parados.
domingo, 22 de enero de 2012

Solemne procesión de despedida de Maria Santísima de Peñarroya

Llevadla despacio,
que se despida de su gente.
que hasta que llegue Septiembre,
no volverá a La Solana.

Otra víctima mas de la dictadura cubana

El disidente cubano Wilman Villar ha muerto a las 00.45 de la madrugada de este sábado (hora peninsular) en un hospital de la ciudad oriental de Santiago de Cuba por una "sepsis generalizada" y neumonía provocada tras iniciar en prisión una huelga de hambre que ha durado 50 días, según France Presse, al ser condenado en noviembre a cuatro años de cárcel, asegura Efe tras consultar a fuentes familiares y de la oposición interna.

Las primeras reacciones ya se han plasmado en Twitter, donde la bloguera cubana Yoani Sánchez ha escrito: " hizo de su cuerpo un campo de batalla, una plaza publica de protesta, un terreno de indignacion civica"

Según Elizardo Sánchez, portavoz de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (CCDHRN), Wilman Villar, de 31 años, pertenecía desde el pasado septiembre a un grupo llamado Unión Patriótica de Cuba, que se creó a mediados de 2011 y que lidera el ex preso político José Daniel Ferrer.

El 14 de noviembre, Villar fue detenido cuando participaba en una protesta de ese grupo en la localidad oriental de Contramaestre, donde residía. El 24 de noviembre, días después, según la CCDHRN, se le sometió a un "juicio sumario" por delitos de desacato y atentado a la autoridad, por lo que recibió una condena de cuatro años en la prisión de Aguadores.

Allí inició una huelga de hambre que, según fuentes familiares y opositoras, deterioraron su salud progresivamente hasta que el pasado viernes fue trasladado al hospital clínico quirúrgico Juan Bruno Zayas de Santiago de Cuba donde ha muerto esta madrugada.

La Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional La CCDHRN considera que el Gobierno de Cuba "tiene toda la responsabilidad moral, política y jurídica" por la muerte "evitable" de Wilman Villar ya que se encontraba bajo la custodia del Estado. El portavoz de este grupo ha comparado este caso con el del preso político Orlando Zapata, que falleció en febrero de 2010 tras una larga huelga de hambre en la cárcel
viernes, 20 de enero de 2012

No Al Cierre De Megaupload



Gracias a Megaupload poseo miles de marchas, y cuando digo miles no exagero. Largos años de búsquedas de marchas procesionales que siempre conseguí, gracias a otros cofrades que las subian a la red o a portales o foros especializados.
En Megavideo vi miles de películas, de programas de Semana Santa.
Hoy todos somos menos libres, y como dice la cantante Alaska, internet engrandece la creatividad. Pero una vez más los políticos y las grandes productoras nos quitan esa libertad.
jueves, 19 de enero de 2012

Chato de la nariz... recordando a Irene por la calle Sol

La escuela de arte Pedro Almodovar celebra sus 100 años

En el a veces, erial manchego de la cultura hay centros que destacan por su labor formativa, sirviendo de cuna para artistas de nuestra tierra. Este es el caso de la Escuela de Artes y Oficios de Ciudad Real, que desde sus comienzos sirvió de referente para generaciones de jóvenes artistas manchegos, muchos de ellos, hoy ya de renombre.
Igualmente su implicación por y para la vanguardia en el arte ha supuesto una forma de poder aprender el arte en sus distintas etapas.
El mundo cofrade manchego tampoco es ajeno a estos creadores y artistas.

Nazarenos silvestres

Que naceis en el campo, en primavera
nazarenitos hechos flor.
¿qué seria de la Semana Santa sin los nazarenos?
De esos nazarenos humildes, callados, anónimos...
Esos son el pilar principal del mundo cofrade.
No lo son los hermanos mayores, ni sus juntas de gobierno.
Yo me quedo con el nazareno!!!
domingo, 15 de enero de 2012

De frente y de perfil. Como tú, ninguna


Marcha Requiem G. Orquesta

Cristo del Amor G Orquesta

sábado, 14 de enero de 2012

La vieja´l visillo y la banda

http://www.rtve.es/alacarta/videos/la-hora-de-jose-mota/hora-jose-mota-viejal-visillo-su-banda-sonora-consulta/1294070/

Piedad del Molinillo, yo a ti te pido, piedad.


La piedad de Málaga
no derrama lágrima alguna
no forma ninguna laguna
ni un quejio se escapa.
Todas las lagrimas fueron
a parar al ancho mar,
por eso el mar es salada
y lleva tu respirar.
Piedad del Molinillo
yo a ti te pido, piedad.
viernes, 13 de enero de 2012

“Chester, lo que se hace por amor, nunca es pecado”



La Chester fue vecina de la Virgen del Rosario hasta que murió. Cuando dejó el trabajo de tantos fríos de madrugada vendiendo tabaco en la Campana se quedó en ese piso, bueno, lo que fuera, de la calle Alberto Lista. La casa, con inquilinos, la compró Montesión y mantuvo el compromiso de respetar los alquileres hasta que la ley de la vida dejara vacíos los habitáculos que aún permanecían ocupados. En sus últimos años La Chester apenas salía. Tenía las piernas fatal. Murió en noviembre de 2009 asistida por la hermandad de Montesión. A ella le dedicó Antonio Burgos un memorable artículo a los pocos días de su fallecimiento.
Se llamaba Emilio Aguilar, pero era la Chester, la mariquita que después de bailar en las boîtes de la Sevilla golfa y clandestina de la dictadura se puso a vender tabaco americano en la esquina de la Campana con la calle Carpio (ahora Rafael Franco) hasta que la salud la dejó ni para vender cerillos. Cuando se acostaba le rezaba a su vecina entronizada algo más allá de la pared de su dormitorio. En ese diálogo le contaba sus cosas y sus recuerdos; los de aquellos Jueves Santos en los que sentía sana envidia de las mujeres que se enseñoreaban con la mantilla y con sus acompañantes se iban a visitar los sagrarios. De flamenca en la feria vale, pero de mantilla no que la Semana Santa es una cosa muy seria.

A veces la Chester lloraba cuando le contaba a la Virgen las cosas de aquel amor imposible que la tuvo tanto tiempo a medio morir. “Acuérdate de la gente diferente, Madre mía, que no sufran ahora lo que he sufrido yo…” A él, al que lo trajo a medio morir le daba cosa salir con Emilio a ver cofradías. Era de la Macarena. Aprovechaba el jueves santo para buscar esquinas escondidas donde ver los pasos; rincones de la Plaza de Pilatos para los Negritos; fuentes de San Leandro para Santa Catalina, estrecheces de San Gregorio para la Victoria que entonces vivía en la Fábrica de Tabacos de la calle San Fernando y una esquina de la Magdalena para la Quinta Angustia. Después, él se iba a vestirse. Se despedían en secreto. Horas después, Emilio se convertía en la Chester y cuando el Valle entraba en el Santo Ángel, él cogía su silla y la plantaba en la esquina de siempre porque en la madrugada hacía una de las mejores cajas de todo el año.

Envuelta en la toquilla y con el canasto colocado en la el borriquete de tijera esta noche no voceaba su mercancía. Callaba cuando venía El Silencio, rezaba cuando aparecía el Gran Poder, lloraba cuando pasaba la Macarena, se acordaba de los suyos cuando cruzaba el Calvario, sonreía al llegar la Esperanza de Triana y pedía por su salud cuando con las claras del día y con una Campana entonces medio vacía surgía desde el Duque el Señor de los Gitanos. Con la bolsa de las monedas llenas y la caja de tabaco vacía salía de su lugar de trabajo y se iba a casa pero esa mañana no era para dormir. Iba a quitarse esas pintas, iba a vestirse de Emilio para buscar a la Macarena por la parte del Mercado. No sabía dónde iba, ni en qué tramo, ni si en la fila derecha o en la izquierda, por no saber ni sabía si se vestía de verde o de morado. Pero a ella le gustaba estar allí e imaginar que aquel nazareno que la estaba mirando y que le hacía así con la mano era él. Y si no era ese sería el otro o el otro o el otro, porque hay que ver la cantidad de nazarenos de la Macarena que la saludaban. Serían que todos le habían comprado tabaco en las madrugadas de la Campana. Aquel amor secreto terminó, se casó y tuvo sus niños. Pero la Chester, mientras pudo se acercaba al mercado cada mañana de Viernes Santo para ver a la Macarena. Aguantaba la guasa de algunos armaos, buscaba entre los antifaces morados y verdes los ojos que nunca supo olvidar. Menos mal que al final llegaban esos ojos negros y grandes de la Esperanza que ya con el sol alto se convertían en el mejor bálsamo para las heridas del alma.

Esa esperanza era la que la hacía regresar todos los Viernes Santos al mismo sitio donde soñaba con encontrarlo algún día. Y si no era este año, la Esperanza le servía de bastón sobre el que apoyarse durante los doce meses que duraba la nueva espera. Un día ya no pudo ir. Las piernas le fallaban y ya le tenían que ir por las medicinas y por los mandados. Su semana santa quedó limitada a la radio, a la tele y a pegar la oreja al cabecero de su cama que daba pared con pared con el camarín de la Virgen del Rosario. Desde allí escuchaba la salida de la hermandad vecina y la entrada aunque esta le cogiera ya en duermevela. Y cuentan que mientras duró este encierro hasta que dejó este mundo, jamás hubo una mañana de Viernes Santo que no se arreglara, se sentara compuesta en la cama para escuchar pasar los nazarenos de la Macarena y sentir llegar a la Esperanza. ¿Seguirá saliendo? ¿Habrá fallecido y yo sin saberlo? ¿Estarán sus hijos por ahí? ¿Se parecerán a él? Notaba como se iba la Virgen. “Bueno, hasta el año que viene si tú quieres que esté aquí” Esa noche y la siguiente y la siguiente a la hora de dormir iniciaba su diálogo de vecina con la Virgen del Rosario. Le contaba sus cosas, su historia y sus dudas. ¿Es pecado Madre mía? Ella escuchaba desde el otro lado de la pared siempre la misma respuesta: “Chester, lo que se hace por amor, nunca es pecado”

Francisco José López de Paz.
martes, 3 de enero de 2012

Mi Iglesia es la de Helder Camara, no es la del fascista Rouco Varela


Un grupo de obispos durante el Concilio Vaticano II, en 1965, reunidos en la catacumba de Santa Domitila, suscribieron el Pacto de las Catacumbas, con el liderazgo de Dom Hélder Câmara, en un intento valeroso de tratar de reflejar mejor la Iglesia de Jesús, comunidad de los creyentes.

El 16 de noviembre de 1965, pocos días antes de la clausura del Concilio, cerca de 40 padres conciliares celebraron una eucaristía en las catacumbas de santa Domitila. Pidieron “ser fieles al espíritu de Jesús”, y al terminar la celebración firmaron lo que llamaron “el pacto de las catacumbas”.

El “pacto” es una invitación a los “hermanos en el episcopado” a llevar una “vida de pobreza” y a ser una Iglesia “servidora y pobre” como lo quería Juan XXIII. Los firmantes -entre ellos muchos latinoamericanos y brasileños, a los que después se unieron otros- se comprometían a vivir en pobreza, a rechazar todos los símbolos o privilegios de poder y a colocar a los pobres en el centro de su ministerio pastoral.

Nosotros, obispos, reunidos en el Concilio Vaticano II, conscientes de las deficiencias de nuestra vida de pobreza según el evangelio; motivados los unos por los otros en una iniciativa en la que cada uno de nosotros ha evitado el sobresalir y la presunción; unidos a todos nuestros hermanos en el episcopado; contando, sobre todo, con la gracia y la fuerza de nuestro Señor Jesucristo, con la oración de los fieles y de los sacerdotes de nuestras respectivas diócesis; poniéndonos con el pensamiento y con la oración ante la Trinidad, ante la Iglesia de Cristo y ante los sacerdotes y los fieles de nuestras diócesis, con humildad y con conciencia de nuestra flaqueza, pero también con toda la determinación y toda la fuerza que Dios nos quiere dar como gracia suya, nos comprometemos a lo que sigue:

1. Procuraremos vivir según el modo ordinario de nuestra población en lo que toca a casa, comida, medios de locomoción, y a todo lo que de ahí se desprende. Mt 5, 3; 6, 33s; 8-20.

2. Renunciamos para siempre a la apariencia y la realidad de la riqueza, especialmente en el vestir (ricas vestimentas, colores llamativos) y en símbolos de metales preciosos (esos signos deben ser, ciertamente, evangélicos). Mc 6, 9; Mt 10, 9s; Hech 3, 6. Ni oro ni plata.

3. No poseeremos bienes muebles ni inmuebles, ni tendremos cuentas en el banco, etc, a nombre propio; y, si es necesario poseer algo, pondremos todo a nombre de la diócesis, o de las obras sociales o caritativas. Mt 6, 19-21; Lc 12, 33s.

4. En cuanto sea posible confiaremos la gestión financiera y material de nuestra diócesis a una comisión de laicos competentes y conscientes de su papel apostólico, para ser menos administradores y más pastores y apóstoles. Mt 10, 8; Hech 6, 1-7.

5. Rechazamos que verbalmente o por escrito nos llamen con nombres y títulos que expresen grandeza y poder (Eminencia, Excelencia, Monseñor…). Preferimos que nos llamen con el nombre evangélico de Padre. Mt 20, 25-28; 23, 6-11; Jn 13, 12-15.

6. En nuestro comportamiento y relaciones sociales evitaremos todo lo que pueda parecer concesión de privilegios, primacía o incluso preferencia a los ricos y a los poderosos (por ejemplo en banquetes ofrecidos o aceptados, en servicios religiosos). Lc 13, 12-14; 1 Cor 9, 14-19.

7. Igualmente evitaremos propiciar o adular la vanidad de quien quiera que sea, al recompensar o solicitar ayudas, o por cualquier otra razón. Invitaremos a nuestros fieles a que consideren sus dádivas como una participación normal en el culto, en el apostolado y en la acción social. Mt 6, 2-4; Lc 15, 9-13; 2 Cor 12, 4.

8. Daremos todo lo que sea necesario de nuestro tiempo, reflexión, corazón, medios, etc. al servicio apostólico y pastoral de las personas y de los grupos trabajadores y económicamente débiles y subdesarrollados, sin que eso perjudique a otras personas y grupos de la diócesis.
Apoyaremos a los laicos, religiosos, diáconos o sacerdotes que el Señor llama a evangelizar a los pobres y trabajadores, compartiendo su vida y el trabajo. Lc 4, 18s; Mc 6, 4; Mt 11, 4s; Hech 18, 3s; 20, 33-35; 1 Cor 4, 12 y 9, 1-27.

9. Conscientes de las exigencias de la justicia y de la caridad, y de sus mutuas relaciones, procuraremos transformar las obras de beneficencia en obras sociales basadas en la caridad y en la justicia, que tengan en cuenta a todos y a todas, como un humilde servicio a los organismos públicos competentes. Mt 25, 31-46; Lc 13, 12-14 y 33s.

10. Haremos todo lo posible para que los responsables de nuestro gobierno y de nuestros servicios públicos decidan y pongan en práctica las leyes, estructuras e instituciones sociales que son necesarias para la justicia, la igualdad y el desarrollo armónico y total de todo el hombre y de todos los hombres, y, así, para el advenimiento de un orden social, nuevo, digno de hijos de hombres y de hijos de Dios. Cfr. Hech 2, 44s; 4, 32-35; 5, 4; 2 Cor 8 y 9; 1 Tim 5, 16.

11. Porque la colegialidad de los obispos encuentra su más plena realización evangélica en el servicio en común a las mayorías en miseria física cultural y moral -dos tercios de la humanidad- nos comprometemos:

* a compartir, según nuestras posibilidades, en los proyectos urgentes de los episcopados de las naciones pobres;

* a pedir juntos, al nivel de organismos internacionales, dando siempre testimonio del evangelio, como lo hizo el papa Pablo VI en las Naciones Unidas, la adopción de estructuras económicas y culturales que no fabriquen naciones pobres en un mundo cada vez más rico, sino que permitan que las mayorías pobres salgan de su miseria.

12. Nos comprometemos a compartir nuestra vida, en caridad pastoral, con nuestros hermanos en Cristo, sacerdotes, religiosos y laicos, para que nuestro ministerio constituya un verdadero servicio. Así,

* nos esforzaremos para “revisar nuestra vida” con ellos;

* buscaremos colaboradores para poder ser más animadores según el Espíritu que jefes según el mundo;

* procuraremos hacernos lo más humanamente posible presentes, ser acogedores;

* nos mostraremos abiertos a todos, sea cual fuere su religión. Mc 8, 34s; Hech 6, 1-7; 1 Tim 3, 8-10.

13. Cuando regresemos a nuestras diócesis daremos a conocer estas resoluciones a nuestros diocesanos, pidiéndoles que nos ayuden con su comprensión, su colaboración y sus oraciones.

Ad maiórem Dei glóriam

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Fco. Javier Giménez Giménez

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