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lunes, 24 de octubre de 2011

Aceptando la llamada del Amor más grande.

http://www.youtube.com/watch?v=8eTOsUBOrxU
lunes, 10 de octubre de 2011

SALIDA EXTRAORDINARIA DOLORES CORONADA MALAGA 2011

Este fin de semana fue Miércoles Santo en Málaga

La Virgen de los Dolores, de la muy querida hermandad malagueña de la Expiración salió en Rosario de la Aurora a la SIB Catedral de Málaga, regresándo posteriormente en Procesión Extraordinaria.
http://www.youtube.com/watch?v=NMPnP5o_Wx0

http://www.youtube.com/watch?v=NoJnDhFNma4

http://www.youtube.com/watch?v=Okxofvm_dPA&NR=1
viernes, 7 de octubre de 2011

Hoy escribiré mis versos más tristes

Hoy escribiré mis versos más tristes

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y ella me quiso con locura.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
¡Como no haber amado sus grandes ojos fijos!

Como no amar su bondad sin límites,
su vida hecha ofrenda de Cristo.
.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido,
.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Hoy escribiré mis versos más tristes
porque nadie me llamará mas mi Angel Antonio.

Hoy escribiré mis versos más tristes,
porque aunque el cielo tenga un nuevo ángel
a mi se me rompe el alma al ya no tenerla.

A mi Claudia, que se me fue con el Señor.
miércoles, 5 de octubre de 2011

Andalucia-La Mancha, Ahora tan cerca.

lunes, 3 de octubre de 2011

Ayer fue Domingo de Ramos en Málaga


Se han cumplido cien años de la estampa más esperada de la Semana Mayor malagueña. La de la Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén. Cien años que bien han valido una salida extraordinaria con la talla que realizara el cordobés Martínez Cerrillo. El acto nos ha servido para calibrar en un rato la parca evolución de una cofradía tan queridísima como ramplona, tan anhelada por todos como sobrevalorada en lo cofradiero, tan entrañable como abúlica y tan disculpada como sorprendentemente nula en lo escénico.

Y no, hoy no ha sido Domingo de Ramos a pesar del empeño de muchos que han querido ver en el envite pollinico, esa brisa que colmata cabalmente el corazón de nuestro pueblo. Como una primera alegría honda, luminosa, vaciada de lágrimas y resuellos sobre el cuerpo de una nueva Semana Santa. Pero de aquello, esta mañana, no ha habido ni rastro. Tan sólo nos lo ha recordado siquiera brevemente, el empleo patrimonializado de los “ramos” o “palmas” portados por la Junta de Gobierno como un intento de aderezar el rito y que ha resultado cuanto menos extemporáneo por la profunda simbología que se extrae de dichos elementos, nucleares de la liturgia del primer día de la Semana Santa, reveladores de la llegada a Jerusalén del Mesías Redentor del Mundo.

Y cómo no era Domingo de Ramos, ni horario de “prime time”, ni nada que se le pareciese, la Pollinica sólo ha sido una cofradía menor dispuesta en la calle, sin el pertrecho de la vistosidad y el revuelo primaveral de la jornada de las palmas que pone la ciudad bocabajo y la suele elevar a los cielos como el vendedor al racimo de globos. Se nos ha escapado la hermandad de San Agustín como un dálmata lleno de gas de la mano de un chiquillo. Al ostracismo cofradiero, al desamparo más absoluto.

Lo de hoy ha sido un poema sinfónico cargado de nostalgia y notas de funebridad. Todo un recorrido lento y tortuoso por la historia reciente de una corporación que se iba dejando en cada esquina grandes e irrecuperables señas de identidad para acabar no se sabe muy bien dónde, allá por la feligresía de San Felipe, a unas intempestivas horas de sobremesa. Como también se había dejado la hermandad en el olvido, aquel trofeo de baloncesto que llegó a traer al mejor Real Madrid de la historia reciente y que costó sudores y algún pleito. Hoy ya nadie se acuerda en calle Parras de hasta dónde se llevó el nombre de la cofradía en diversos estamentos.

Tristemente, a estas alturas, la Pollinica no tiene apenas nada que enseñar, a pesar de los esfuerzos de algunos que no quisieron que esto sucediera y que, por otro lado, también contribuyeron a su manera al hundimiento del barco. Poco más que un lastimoso descontrol de los tiempos, del aprovechamiento de los espacios, de los tonos pictóricos empleados en el lienzo. Una alarmante ignorancia sobre la medida de las cosas y sobre el empleo de los elementos escénicos. Y un trono, otrora ensalzado como ejemplo originalísimo de talla cordobesa en madera policromada y estofada, que se va desmoronando hasta que sea sustituido por otro que va a llegar sin el consenso deseado.

Se lleva el cronista la sensación de haber estado presenciando el paso de un cortejo luctuoso que iba recorriendo el machacado apotegma de que cualquier pasado fue mejor.

Aunque no hemos de engañarnos. La hermandad del Señor de la Entrada Triunfal y la Virgen del Amparo no ha sido nunca una cofradía brillante. Más bien al contrario. Como algunas otras, nada desde hace décadas en una mediocridad irreversible, en mansas aguas de comodidad y escasas energías. Pudo pararse el reloj de San Agustín sobre los años setenta. Y desde entonces nadie le ha vuelto a dar cuerda. Sin embargo, he de confesar que siempre atisbé una luz al final del túnel y un revulsivo inminente. Pero de eso nada ha llegado, de momento.

Y cuesta decir todo esto en una jornada en que todo debió ser una alegría desbordante, un jolgorio inexplicable, una muestra de la vitalidad juvenil en quienes nunca debió morir el espíritu cofradiero y el pellizco de nuestras infancias. Ese debió ser siempre el motor de la Pollinica.

Lejos de esa inquietud, la cofradía se ha asomado al espejo y quién sabe si se ha reconocido. A lo mejor al pasar por esa Abadía que nadie recuerda. O quizás cruzando por aquella calle Pedro de Toledo donde ya nada queda, por la Catedral y el Sagrario, o por la Iglesia de San Agustín, epicentro actual de los fervores pollinicos, donde hoy por primera vez ha procesionado la hermandad con casi todos sus avíos contemporáneos, lo que no deja de ser cuánto menos inexplicable.

En cualquier caso, unos pocos como el que escribe, pretendimos dedicarnos al Señor, a pesar de las desagradables voces de algunos integrantes del cortejo que demostraron su escasa comprensión acerca de la religiosidad popular conformada por un conjunto de piezas que al encajarse en un puzzle hacen que la hermandad alcance en la calle el sentido metafísico del arte.

El exorno floral plomizo, a base de cardos, ¡por Dios santo!, ¡Qué poco tino!, apenas reveló lo jubiloso de la presencia de ese Jesús triunfante frenado por la dulzura de los naranjos y los colores palaciegos. Gracia viva de la ciudad trenzando las luces otoñales con su dócil ademán sobre la borriquita.

Ya bajo el malagueño rótulo “San Agustín”, lo vimos moverse, macizo, abriéndonos un único hueco de emociones que se vaciaron por las mejillas de algún portador. El alto y sereno mirar de Dios Hombre flotando sobre el oleaje callejero. En su transitoria soledad, el Señor, el ansia de sus ojos, lograron detener el tiempo antes una inmediata condición de Reo de Muerte, ante el reposo del templo y la presencia de su Madre, añorando los cofrades en silencio algún cuadro de insondable hermosura, mientras sus más inmediatos seguidores se acomplejaban ante la atmósfera que a sus ojos se andaba creando y pretendieron romperla a empujones. Ni por esas tuvieron a bien hacer las cosas más sencillas.

En definitiva, “esta insoportable levedad”, que escribiera Juan Luis Cebrián sobre el presidente del Gobierno en funciones. Pues eso.

Fuente consultada: http://tontosdecapirote.blogcindario.com/2011/10/00256-cien-anos-y-el-paseo-nostalgico-de-la-pollinica.html

Ad maiórem Dei glóriam

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Fco. Javier Giménez Giménez

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