Soy Cofrade

Ojos de la ventana
para ver entre agua
las lagrimas de los cristales
como los cristales delanteros
de los coches,
escaparates mojados,
que deforman las siluetas
de los maniquies.

Afuera, la lluvia
punzante, con sus alfileres de plata.
Y tras el cristal, todo permanece
quieto, inmóvil,
como reflejado en un antiguo daguerrotipo
de época.